viernes, 20 de septiembre de 2013

Formación valoral en el proceso educativo

   En los tiempos que estamos viviendo donde la juventud es carne de cañón  de los medios
de comunicación, es realmente difícil darle seguimiento a la formación de valores, sin embargo, es trabajo prioritario como docentes pues vivimos en un mundo donde el lenguaje se convirtió en  un código sin reglas ni sintaxis llamado IDEAL NOL,  los jóvenes carecen de convicciones, de ideas, de sueños, de identidad; de ahí la carencia generacional de nuestros días, el hedonismo pasó a segundo plano, ya ni siquiera el placer es fundamental en su existir. Tenemos a nuestro cargo jóvenes carentes de sentido común, banales.
 Un problema importante que tienen los docentes es que no conocen la diferencia entre educación y escuela, encontramos aulas repletas de profesores apenas maestros, mucho contenido en planes de estudio poca forma de crítica, de análisis. En la escuela donde laboro soy Jefa de la Oficina de  Orientación  Educativa, coordino a los “Orientadores” que les importa un cacahuate enchilado orientar como tal a los alumnos escudándose en frases como: “No soy su psicólogo”, “no soy su pilmama” entre muchas otras. Los valores forman parte de la educación que traemos desde casa, los valores al igual que la educación como dijera mi abuela “se mama”.  Aunque es importante citar un proverbio africano para educar a un niño se necesita la tribu entera.
Isauro Blanco comenta en su libro “La educación evolutiva” : El pecado capital del caln-persona se llama carencia de compromiso. Hemos invitado a los hijos (y a los alumnos le agregaría yo) a la existencia y luego los hemos abandonado a su propio destino. No diseñamos nuestra agenda para atender al invitado y lo relegamos a la orfandad psicológica”. Fuertes palabras de Isauro aunque muy cerca de la verdad. Humberto Maturana nos habla acerca de las tres edades de la humanidad, en la que nos encontramos después de la Matrística, es el patriarcado, en   donde reina el egoísmo el cual suple al compromiso, compromiso del cual carecen muchos DOCENTES.
En nuestro siglo el período de la adolescencia se ha intensificado y extendido gradualmente; los niños están entrando precozmente a la adolescencia y salen tardíamente de ella por la incidencia protagónica de los factores sociales, nadie quiere ser responsable de sus actos, llegar a ser adulto es sinónimo de obligaciones y de oblicuidad.
Aunque no todo es Nihilismo como lo pinto, existen también factores que están presentes en las aulas y en nuestros alumnos o por lo menos se encuentran en proceso de formación en esta era de locura y desenfreno, como dijera un amigo doctor de mis padres: “La era del sinvalor” me causa mucha risa escuchar esta frase del doctor porque es realmente cierto aunque un poco exagerado, más bien la llamaría igual que Isauro la era de la encrucijada.
Ahora bien, la oportunidad que tenemos los docentes para por lo menos cambiar la actitud apática de nuestra juventud es dejar de ser espectadores y adentrarnos al campo de concentración en el que viven, conocer más sobre su música, sus gustos, su aldea, regresarlos a conocer sus raíces, al entusiasmo y optimismo para hacer frente al dilema y recorrer el camino de la evolución sin caer en el cinismo o en el desaliento, que son las tentaciones psicológicas a los que están encadenados.

La educación es el fiel de la balanza y de ella depende que la oportunidad predomine, tengamos la conciencia de que nuestra labor como maestros es mantener los valores y que se arraiguen como en el corazón y en su cerebro, no dejar que ese mismo cerebro se ensucie con basura televisiva ni noticias amarillistas. Seamos docentes con retos no parásitos del sistema, ni dejando ideas sobre REVOLUCIONES incautas que no dejan nada  de ejemplos para ellos, en lugar de salir a las calles a gritar, pongamos a dar ejemplos de vida en las aulas, a demostrar que ningún gigante de los cuentos de Wilde disfrazado de EVALUACIÖN podrá contra los verdaderos maestros con vocación.

Itzel Zambrano Piedra